El museo familiar nace por una inquietud de conocimiento y valoración de nuestra cultura por parte de nuestros padres, siendo éstos personas sencillas enfocaron sus vidas y las nuestras, sus tres hijos, al amor por nuestra cultura y su pasado. De niños visitábamos museos como un paseo familiar, con el mismo deleite y curiosidad con que recorrimos de norte a sur nuestra patria, reconociéndonos en cada espacio del territorio y su gente.
Fue así, como casi sin darnos cuenta fuimos en nuestro camino de alfareros ya en tercera generación, abocándonos a la reproducción arqueológica de ceramios de la zona centro sur de Chile, inspirados por el casi completo desconocimiento que tenía de ella el ciudadano común. Esto nos llevó por consecuencia al atesoramiento, resguardo y recopilación de una serie de ceramios, cesterías, platerías, textiles, caracolas, y líticos muy antiguos, los que por intercambio, adquisición o donación fueron quedando en nuestra casa, y al paso de los años se fue complementando y enriqueciendo con la biblioteca familiar.
Es también motivo de resguardo, la gran variedad de artesanías que por trueque de años de oficio de artesanos se fueron sumando y hoy lucen su belleza junto con las obras de los primeros habitantes de nuestro territorio sureño. Es por tanto, nuestra casa de Gorbea llamada "La Casa Museo", siendo ésta como un museo de barrio, cercano, amigable y vivo, ya que toda persona o institución tiene o solicita previamente acceso a ella. Por consulta bibliográfica o tesis acuden estudiantes y universitarios, por curiosidad algunos turistas locales o viajeros que se recrean en Los Saltos del Donguil.
También concurren a tomar clases aprendices de alfareros en busca de las técnicas cerámicas ancestrales de elaboración, los que residen temporalmente en nuestra casa si son de lejos, o nosotros vamos a sus territorios. Así fuimos haciendo camino sobre una huella indeleble de nuestra cultura ancestral, que hoy vive y ríe en cada ciudadano.