Alrededor de 2002 vecinos de Puerto Domínguez comenzaron a trabajar en un ambicioso proyecto: la creación de un museo al aire libre; un circuito de esculturas en Puerto Domínguez y sus alrededores para desarrollar la economía del turismo en la zona, y fortalecer la identidad y la cultura mapuche local.
Empezaron por gestionar la construcción de dos estatuas gigantes para Puerto Domínguez: una pareja mapuche. En ese momento había un escultor en el pueblo, nadie conocía el trabajo del joven Idelfonso Enrique Quilempan Astorga, y éste nunca había hecho un trabajo de esa envergadura. Sin embargo, ya para el 2003 se lograban instalar las dos primeras esculturas de pino en la plaza del pueblo. Las llamaban "las esculturas madres", ya que serían el modelo del gran proyecto por venir.
Gracias a estas primeras esculturas, Quilempan pudo emprender una fructífera carrera como escultor de obras gigantes. Las siguientes ya las pudo hacer de ciprés, gracias a que se financiaron a través de fondos regionales. Las siguientes son fechas que se deben confirmar, pero según cálculos y memoria Pascual Coña correspondió al año 2006, Augusto Winter al 2007, y El Pescador al 2008 (nombre de esculturas). La instalación de estas esculturas fue clave para la consiguiente remodelación de la plaza de Puerto Domínguez en 2010.
El escultor también construyó de manera independiente una escultura aún mayor, de cinco metros de altura, esta vez de su tatara abuelo, el Lonko Quilempán. Se alza imponente en la ruta entre Carahue y Puerto Domínguez, recibiendo a los viajeros. Ésta lamentablemente no recibe los cuidados que se le da a las esculturas que están en el pueblo.